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“SOMOS DE DIOS”

“SOMOS DE DIOS”

“Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”.
(1 Corintios 6:20)

La vida es una serie de decisiones. Algunas de ellas son relativamente secundarias y otras tienen un impacto duradero. Frecuentemente actuamos de acuerdo a las decisiones secundarias, como qué comer, qué usar y con quién hablar, con base en nuestros patrones naturales de comportamiento y sin pensarlo mucho. Con tales decisiones, qué trabajo aceptar, dónde vivir y cosas similares, sopesamos las ventajas y desventajas y tratamos de determinar el curso de acción correcto.

En cualquier caso, es probable que olvidemos una perspectiva importante para nuestra toma de decisiones: no nos pertenecemos. Le pertenecemos a DIOS.

No es esto fácil de olvidar? Tendemos a abordar la vida con cierta autonomía, como si fuéramos personas independientes con la responsabilidad de reconocer a DIOS en adoración y sacrificio. Sin embargo, DIOS requiere una adoración más profunda en nuestra vida. En lugar de vivir independientemente de Él, aunque le demos nuestro respeto, lo honramos al vivir dependientemente de Él, conscientes de que cada acción, cada pensamiento, cada impulso debe encajar en sus propósitos.

No debemos actuar, ni siquiera respirar, sin estar conscientes de eso. Hemos sido comprados. Somos suyos.

Algunos podrían considerar esto como el equivalente de esclavitud o de servidumbre. Pablo siempre lo hizo, sin importar si estaba libre o preso. No obstante, es un servicio gozoso que no conlleva un sentido de opresión. Y: Cómo podría tenerlo? Nuestro SEÑOR es el epítome de la benevolencia. Él conoce nuestro ser más profundo y está celosamente decidido a hacernos crecer según Su voluntad. La clave para nosotros es vivir con el conocimiento de que el dueño más amoroso y apto nos posee y nos regala incondicionalmente Su amor.

El cristiano que vive con esta sabiduría, de que Su PADRE CELESTIAL lo posee, es un cristiano profundamente transformado. Nuestras decisiones se ven afectadas, nuestro carácter se reforma y nuestra carga se aligera.

Perdemos el derecho a nosotros mismos, pero también perdemos la carga del autogobierno. Es una verdad maravillosamente liberadora. Todo lo que nos concierne está en función de aquel que es lo más alto. Y es que La condición para obtener las bendiciones completas de DIOS es la rendición absoluta a Él.

Amado PADRE, que reconozca en cada paso que dé, que te pertenezco y que me has comprado al precio de La preciosa Sangre de CRISTO y por ello debo caminar rendido a Ti y a Tu voluntad glorificándote y siendo digno de ese grandioso y eterno sacrificio hecho desde Tu inmenso e inagotable amor para nuestra salvación. En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.