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“EL SILENCIO DE DIOS”

“EL SILENCIO DE DIOS”

“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia”. (Salmo 4:1)

“Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor”.
(Salmo 40:1)

Muchos cristianos han pensado, una u otra vez, que sus oraciones parecían chocar contra el silencio de DIOS. Cómo vivir esos silencios, esa aparente falta de respuesta a nuestras oraciones? Con respecto a esto, los autores de los salmos son un ejemplo para nosotros. No se dieron por vencidos; al contrario, sus oraciones se volvieron más intensas. Lo que esperaban no era tanto una palabra audible, sino una respuesta visible a través de la intervención de DIOS en su vida.

Este aparente silencio de DIOS nos enseña a hacer la diferencia entre nuestros pensamientos y los del SEÑOR. DIOS dice: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. (Isaías 55:9).

El silencio de DIOS nos conduce a tomar un lugar más apropiado ante ÉL, con confianza, para alcanzar su liberación sin desesperarnos, pues sabemos que nos ama. Él responderá en el momento oportuno y de la mejor manera. Esta espera no debería alejarnos de Su presencia, sino todo lo contrario.

David, autor de varios salmos, dijo: “En el día del mal” DIOS “me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto” (Salmo 27:5).

En otro salmo Asaf, con el alma atormentada, comprendió la voluntad de DIOS viniendo simplemente a su presencia.

Amado SEÑOR, gracias, porque sabemos que no permanecerás siempre en silencio. En el momento que Tu decidas, responderás, liberarás y salvarás. En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.