“SALMOS 25: 16-17”
‘SALMOS 25: 16-17″
“Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas”. (Salmos 25:16-17)
Aunque DIOS está siempre presente y dispuesto a recibirnos y ayudarnos en los momentos más difíciles de nuestra vida, somos nosotros los que le alejamos como por una actitud de reproche hacia nosotros mismos; es decir, nos acusamos, nos condenamos y nos llevamos a la celda más solitaria posible y sin derecho a visitas.
Esta actitud, aunque le parezca censurable e inadecuada a un siervo, es perfectamente normal debido a nuestra naturaleza humana y a nuestro fracaso, lo que demuestra que somos incapaces de vivir solos las crisis espirituales que nos asolan, y más: si tratamos de seguir sin buscar la compañía del SEÑOR, seremos arrastrados y llevados por la ola de miedo.
El salmista muestra que frente a la adversidad espiritual se siente excluido y llama a DIOS a mirarlo; no es que el SEÑOR haya dejado de mirar, sino que se siente incapaz de enfrentarse a DIOS y confirmar que Él está realmente allí. Esta ha sido la reacción de muchas personas, se “ponen” en una condición de aislamiento e imaginan que DIOS no los está observando.
¡Pero Él está ahí! Y fue a Él a quien el salmista apeló y clamó! DIOS no se aparta o ignora nuestro grito, sólo espera que seamos sinceros al abrir nuestros corazones para pedir y recibir ayuda.
Amado PADRE, Te clamaré con sinceridad y fe, porque se que no dudarás en guiarme y llevarme a la victoria. En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.