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“SALMOS 40: 1-2”

“SALMOS 40: 1-2”

“Yo puse mi esperanza en el Señor, y él inclinó su oído y escuchó mi clamor; me sacó del hoyo de la desesperación, me rescató del cieno pantanoso, y plantó mis pies sobre una roca; ¡me hizo caminar con paso firme!”.
(Salmos 40:1-2)

El salmista comienza el Salmo 40 declarando su fe y reconoce la atención que el SEÑOR muestra a su relación; al final del versículo 1 anuncia que DIOS escuchó su clamor, revelando la interacción entre ellos.

Pero es importante señalar que el escuchar a DIOS viene después de una actitud de sumisión y dependencia del siervo; no podemos decirle a DIOS cuándo, cómo y cuánto tiene que actuar en nuestro nombre.
Este ha sido el error de muchos hombres y religiones que insisten en dar órdenes a DIOS; y esta doctrina se multiplica de tal manera que miles de personas terminan actuando así y se frustran espiritualmente.

El salmista nos da un claro ejemplo de cómo entendía la soberanía de DIOS: Pacientemente esperé al Señor; sólo esperó el tiempo de DIOS, el camino de DIOS y la medida de DIOS.

Cuando hacemos eso, dejando que DIOS actúe en nuestro nombre, estamos dependiendo de Él que seguramente tiene en sus manos las mejores opciones para nosotros.
Cada uno de nosotros tiene sus luchas y dolores, no somos iguales y tampoco las soluciones.

Pero una cosa que hemos aprendido hoy: DIOS nos libera y endereza nuestros pies; el salmista fue rescatado de la adversidad e hizo que su vida se estabilizara, por lo que DIOS quiere hacer con nosotros.

Amado PADRE, esperaré en Ti, porque conoces los caminos necesarios que debo seguir, en cualquier adversidad. En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.