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“EL AMOR QUE SANA HERIDAS”

“El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé”.
(Salmo 69:20)

“Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”.
(Salmo 147:3)

Un día una mujer llena de amargura y con lágrimas en sus ojos, al borde de la separación, le decía a su esposo después de veinte años de vivir juntos: “sólo quería un poquito de amor”. Esto muestra que por mucho tiempo se dejó acumular la frialdad y la indiferencia, pues hoy tristemente es común vivir estos episodios.

En la sociedad de hoy, el amor se ha convertido en una mera ilusión y egoístamente cada quien busca su propio bienestar. Por lo tanto ya no se concibe el compromiso de por vida, la entrega incondicional al otro, sufrir por quien se ama, y esto ha hecho estragos en las familias.
Vivimos en una sociedad incapaz de creer en el poder del amor, y casi incapaz de acercarse a DIOS como un DIOS que ama, que sufre por su pueblo y lo disciplina en ocasiones.

Un DIOS de amor y de justicia, que no tendría por inocente al culpable, si no fuera por el pago de su propio hijo JESUCRISTO.
DIOS promete sanar el corazón roto y vendar las heridas del alma, Él dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
(Isaías 41:10)

JESÚS vivió momentos de desprecio, soledad, escarnio, pero su Alto Refugio era la presencia del PADRE. Dejemos que el amor de DIOS llene nuestro corazón y actúe el poder sanador en nuestra alma y así comenzaremos a reflejar su carácter en nuestras relaciones con los demás. Es buen momento para abrir el corazón y recibir a JESUCRISTO, pues su amor transformará toda nuestra vida.

Amado DIOS, en momentos de quebranto, de soledad, de desamor, Tú nos extendiste Tu mano y en Tu regazo pusimos la cabeza y Tu dulce amor sanó nuestras heridas, hoy nos regocijamos en Tu presencia, alabamos Tu nombre y exaltamos Tu grandeza. Gracias SEÑOR. En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.