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“POR QUÉ CAEMOS”

“Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil”.
(Mateo 26:41)

Si no nos ocupamos de nuestras debilidades, éstas nos destruirán. Las vulnerabilidades pueden acercarnos más a DIOS o volvernos ciegos a su amor. José y Sansón enfrentaron tentaciones semejantes, pero respondieron de manera muy diferente.

Día tras día, la esposa de Potifar trató de seducir a José, pero él rechazó sus proposiciones. Sansón, en cambio, cedió voluntariamente ante Dalila.
Sansón fue consagrado a DIOS, y el ESPÍRITU SANTO se movía en su vida. No obstante, eligió la senda de la intemperancia. Por ser demasiado orgulloso para reconocer su debilidad, vivió negándose a ver la realidad, lo que lo llevó a una falta de disciplina y dejó la puerta abierta a Satanás. Debido a que justificó su debilidad, ésta creció y pronto comenzó a dominar su vida. Al escuchar las mentiras del diablo y a gente impía, cambió la bendición de DIOS y su fuerza sobrenatural por el placer sexual irresponsable. Al final qué obtuvo? Absolutamente nada.

Si se le da la más mínima oportunidad, el pecado se infiltrará en nuestras vidas y afectará todo, incluyendo la fe, el trabajo, y las relaciones con familiares y amigos. No hay nada que esté fuera de los límites. Estemos alertas y oremos para que no caigamos en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.

Tenemos la opción de hacer frente a la tentación como lo hizo José, o como lo hizo Sansón. En momentos de debilidad, debemos depender de DIOS, y obedece y pedirle fuerzas para vencer. No inventar excusas y apartarnos de ÉL. Qué diferente habría sido la vida de Sansón si hubiera elegido una respuesta diferente.

Amado SEÑOR, protégenos de caer en tentación, sálvanos de caer derrotados por el mal y renueva nuestras fuerzas, cuando ya no encontremos ninguna, para no dejar de confiar en Tu grandioso Poder.
En el nombre de JESÚS. Amén y Amén.